Jose el Calvo
SANTIAGO. La música típica y los bailes folclóricos de los pueblos representan expresiones auténticas, originales, que forman parte de la oferta turística en cualquier destino del mundo.
En el caso de Santiago, la diversidad de estas propuestas y su dependencia cultural son un genuino e importante activo para quienes buscan algo que vaya más allá del tradicional “menú” y horarios turísticos que se ofrece a los visitantes que llegan a esta ciudad. Atrae tanto a los “del patio”, por mencionar a miles de criollos que se dedican a visitar su terruño, como a los extranjeros de una gran diversidad de nacionalidades que llegan a esta ciudad, segunda en importancia de República Dominicana, cuna del tabaco, hogar de las Águilas Cibaeñas y sin equivocaciones, “Capital de la Música Típica”.
De lunes a lunes la oferta es tentadora para los que desean “ripiar el perico” o moverse al ritmo contagioso heredado de Tatico Henríquez, don Ñico Lora o Dionisio Mejía, conocido como “Guandulito”, por mencionar algunos nombres de los pioneros y más populares acordeonistas que en esta zona del país hicieron historia con sus tonadas.
En ranchetas casi al aire libre, en galleras donde las apuestas son millonarias, en los colmadones de sectores populares o en las fabulosas y modernas discotecas llenas de luces de neón, la música típica “derecha o moderna” tiene su muy bien ganado espacio. Es una industria que genera cientos de empleos y miles de pesos cada mes y un gozo que simplemente “no tiene precio”.
Más de 25 grupos típicos, algunos muy “pegados”, se dividen el pastel de este mercado y los turistas pueden conocer la riqueza del género y la versatilidad de sus exponentes, en ambientes tradicionales o “chic” entre los que se destacan Monte Bar, Rancho Merengue, Rancho Típico Las Colinas, Pasión, Level, Andy Ranch, HO2, Nene Rach, Soho y Sahara, entre otros.
Entre las agrupaciones típicas, la bandeja de ofertas es variada, desde los artistas que iniciaron este movimiento y que se mantienen en el mercado, como Bartolo Alvarado, Fefita La Grande, Francisco Ulloa o Rafelito Román, hasta los dueños del negocio en la última década, El Prodigio, Yovanny Polanco, Wilman Peña, Krisspy, Banda Libre, Urbanda o la Banda Real.
Si queremos una muestra folclórica de ritmos y bailes dominicanos y santiagueros, el Ballet Folklórico del Centro de la Cultura, perteneciente a la dirección norte del Ministerio de Cultura, es la institución idónea para conocer más de cerca la originalidad y creatividad de un pueblo que goza de sus propias penas y cuenta sus lamentos en una canción con acordeón tambora y güira.
0 comentarios:
Publicar un comentario