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martes, 23 de agosto de 2016

Matrimonio con la gloria: Hora del Emprendedor

   


Por Raphy D Oleo


La oposición de la junta de vecinos del sector La Esperilla de Santo Domingo a eventos artísticos en el Anfiteatro Nuryn Sanlley, ha ocasionado el cierre de un escenario que por sus características podría convertirse en la panacea de los espectáculos multitudinarios de bajo costo y por tanto asequible al gran público de la capital.

Nada es absolutamente malo o bueno. Esta oposición permite reorientar el uso que se le estaba dando al anfiteatro.  Siendo el único aforo multitudinario de bajo costo, mal pudiera no aprovecharse para permitir la actuación de artistas dominicanos que no tienen recursos económicos para grandes salas.

Sin apoyo no hay forma de garantizar el éxito de un concierto cuyo costo subvierte las posibilidades reales de rentabilidad comercial.  Para que se tenga una idea de que hablamos revisemos los números. Los principales recintos de la capital en capacidad y alquiler son los siguientes:

LUGARES                                                           CAPACIDAD                       COSTO

1.- Estadio Olímpico                                        45,000 personas                  RD$800,000.00
2.- Estadio Quisqueya                                     35,000 personas                  RD$700,000.00
3.- Palacio De Los Deportes                             6,000 personas                 RD$600,000.00                 
4.- La Fiesta Hotel Jaragua                              1,200 Personas                 RD$375,000.00
5.- Teatro Nacional                                           1,507 personas                RD$150,000.00 + %
6.- Anfiteatro Nuryn Sanlley                             1,700 personas                    RD$75,000.00
7.- Bellas Artes                                                800 personas              RD$75,000.00 + %

Si a eso agregamos producción, promoción, montaje, impuestos y otros la franja de costos rondaría entre 1.5 y 3 millones de pesos.  No existe un artista de cualquier género que sin patrocinio o ayuda del estado pueda afrontar exitosamente esa realidad.  

Los auspiciadores buscan retorno de inversión en marcaje o ventas.  Siempre acuden al primero que le permite exposición en el blanco de público que les interesa.  Pero como no tienen dominio de los artistas y del montaje, confían muy poco en arriesgar su imagen corporativa con figuras que en un momento determinado pueden verse envueltas en situaciones engorrosas.

Esa es la causa fundamental de porque las grandes empresas se han convertido en productores de sus propios eventos, haciendo un ¨joint venture¨ con empresarios que solo prestan su nombre y prestigio.  

Los patrocinios ya no son producto de estudios de mercado y rentabilidad, si no de relaciones primarias entre iguales que se venden como diferentes.  La calidad y posicionamiento del artista es importante pero no fundamental.  No es  indispensable que la popularidad sea el gancho para una afluencia masiva.  Basta con que las circunstancias (motivo-fecha-reconocimiento) sean validas para una celebración.

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