Se llenaron los dos estadios, con los espectáculos de Ricardo Arjona en El Quisqueya , y Wissin y Yandel con Prince Royce en el Olímpico.
Ambos, resultados de una rivalidad, de una guerra de intereses, donde hasta muchos periodistas bailaron su “mambo”.
Y como siempre ocurre aquí en todo, en el denominado “choque de trenes”, como bautizamos los dos espectáculos cuando dimos la primicia de los mismos, hubo malicia y trucos de esos que se verifican durante los procesos electorales hasta para elegir a un “mime”.
Es innegable que un empresario trató de boicotear con acciones judiciales a otro, y que se regalaron millares de taquillas para poder lograr el cometido de llenar el lugar.
Qjuien diga lo contrario, no estaría más que siendo fiel a su borreguismo.
No vamos a hablar de que si fulanito cantó tal canción y mengano logró grandes aplausos cuando interpretó tal o cual tema, porque caeríamos en el cliché de siempre, con el perdón de nuesro equipo femenino de colaboradoras, que estuvo desplegado en ambos conciertos, a la cual siempre aconsejamos que se salgan de las anotaciones convencionales que los reporteros de los diarios hacen de los espectáculos, en las que rehuyen de los enfoques críticos para no contrariar a los empresarios que les dan las boletas de entrada a los mismos.
Esos enfoques de que un artista interpretó tantas canciones son un cliché supergastado que denota falta de capacidad crítica para enfocar los verdaderos elementos que le confieren singularidad a un espectáculo, obviando los hechos que subyacen detrás de las apariencias, del maquillaje, del esteticismo, de los efectos especiales y las demás truculencias, que no son más que el “plus” de la producción.
Fuente merengala.com
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