Labels

miércoles, 1 de octubre de 2014

¿Por qué a las bailarinas eróticas les cuesta tanto dejar su trabajo?

Son frecuentes los titulares sobre explotación en el negocio del sexo. Pero incluso para aquellos que decidieron convertirse en chicas y chicos de compañía o bailarines eróticos por propia voluntad, la suya puede ser una industria difícil de abandonar.
Cada día miles de personas en el mundo dicen: “Lo voy a dejar”.
Existen numerosas razones por las que la gente cambia de empleo o profesión. Pero cuando se trata de trabajadores de la industria del sexo, esa decisión puede ser más complicada y tener más matices.
Jennifer Danns trabajó como bailarina erótica a los 20, cuando estudiaba en la universidad, y dice que es una industria que puede llegar a absorber.
“La gente empieza como bailarina exótica, es el primer paso. Pero luego se preguntan si hacer fotos o una película es tan grave. Tus propios límites pueden cambiar y también tu idea de lo que estás dispuesto a hacer. Es completamente diferente a la progresión normal de una carrera”.
Amy Cade.
Amy Cade dejó la industria del porno porque “se volvió aburrida” y hoy es artista en Berlín.

Estigma social

Danns contó sus experiencias en un libro, “Stripped: The Bare Reality of Lap Dancing” (Desnudo: La Realidad Desvestida del Baile Erótico), y sabe bien que cuanto más tiempo se trabaje en la industria más cuesta dejarla.
“Es difícil optar a un trabajo normal. ¿Cómo explicar qué hiciste los últimos tres o nueve años? Tienes que mentir, porque eres consciente del estigma social”, relata.
“Si trabajas en un bar por un día y lo dejas, no te conocerán por ser mesera. Pero si trabajas en la industria del sexo un solo día te conviertes en una stripper. Incluso si accediéramos a la más liberal de las industrias seríamos vistas de esa manera”.
Danns también cree que el negocio es como una droga: hay altos y bajos y es muy adictivo.
“Algunos fines de semana tienes clientes muy ricos que te pagan bien. Después, en un par de semanas no ganas mucho y a la tercera semana vuelves a hacer dinero. Desafío a quien diga que no se engancharía a ello. Piensas: ‘Este fin de semana podría ganar una gran cantidad de dinero’. Es muy adictivo”, asegura.

Ascenso en la industria

La progresión de quitarse la ropa mientras se baila a otros trabajos de la industria del sexo la ejemplifica Amy Cade, una británica de 28 años.
Pasó de ser una bailarina de una discoteca de Ibiza, en España, a trabajar en películas pornográficas.
Courtney Morgan.
Courtney Morgan trabaja en el Spearmint Rhino, un club de bailarinas eróticas del centro de Londres.
El empleo como “stripper” fue para una temporada, para poder pagar los gastos cuando vivía en la isla española.
“Empecé en la industria del porno para explorar mis fantasías sexuales, pero llegó un momento en el que el trabajo era demasiado duro, con muchos viajes. Además, no era muy novedoso. Se volvió aburrido”, recuerda.
Ahora vive en Berlín, Alemania, donde trabaja a tiempo parcial como chica de compañía y es artista de “performance”.
“La imagen de la gente que trabaja en la industria del sexo está estereotipada, pero no hay un estereotipo sobre por qué alguien entra en ese negocio o lo deja”.
Fuente  Externa

0 comentarios:

Publicar un comentario