Con hambre, miedo y cansancio, decenas de trabajadoras sexuales en el Distrito Nacional y en la Provincia Santo Domingo se han visto obligadas a salir a las calles, mientras el coronavirus mantiene a los clientes alejados. Y es que luego que el gobierno ordenó el cierre de los hoteles en los que muchas de ellas vivían y trabajaban, su situación ha cambiado, por las medidas estrictas de distanciamiento social.
Ante esta realidad, las trabajadoras sexuales han tenido que adaptarse para seguir llevando el sustento a casa tratando de no contagiarse de COVID-19..
El 16 de abril en este mismo medio de información hablamos sobre las nuevas metodologías de trabajos de estas trabajadoras sexuales después del estado de emergencia y el toque de queda que en ese momento iniciaba a las 5:00 de la tarde y las obligaba regresar a partir de las 3:00 a sus hogares.
En la actualidad, en la avenida España se visualizan mujeres a tempranas horas de la mañana y de la tarde, quienes ejercen su trabajo antes de llegar las 7:00 de la noche, que es el nuevo horario del “toque de queda”.
Muchas de ellas se turnan los días y horarios para poder conseguir unos cuantos pesos y así cubrir sus gastos y poder a alimentar a sus familias.
“La situación del virus en nuestro trabajo reducirá el costo por servicio al cliente aunque los gastos serán más por las nuevas medidas de higiene, ahora cuando podamos ejercer los guantes y el cubre boca serán necesarios” recalcó Yuliana, una trabajadora sexual.
La situación es aún más complicada en el caso de la población de transexuales, que suelen laborar en zonas como la avenida Ortega y Gasset.
“Usamos la noche como horario y no podemos como trans pararnos en una calle en el día a diferencia de la mujer que le es más fácil y son menos discriminadas” relató.
Su compañera Alexandra, otra mujer trans indica que: “Escuchábamos en la noticias sobre este virus pero lo vimos lejos de llegar a nuestro país ya que China está muy retirado y por eso nos agarró prácticamente de sorpresa”.
Dicen también que al estar las cabañas cerradas no han podido ejercer pues no estaría ningún cliente dispuesto a llevarlas a sus casas y ellos tampoco correrían el riesgo de llevar clientes a sus casas por mucha confianza que tengan con ellos.
Fuente Merengala .
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