Hoy somos todos uno, somos la raza humana, luchamos unidos, mas juntos que nunca por sobrevivir y a la vez somos solidaridad, vamos por los vulnerables, por los excluidos sociales, por los hijos del sol, de las estrellas y la luna, por los que esperan diariamente que llueva café, es tiempo de poner el ego en el armario y comenzar a ser protagonistas de la esperanza y la fe que muchas personas esperan que se conviertan en realidad logrando tener comidas y medicinas, es la hora de darle del pastel a los pobres del mundo, el entretenimiento siempre está presente sin importar el tipo de sacrificio, siempre llegamos con las manos de la esperanza repartiendo pan.
En el negocio del espectáculo llego el momento de una industria todo terreno, más unificada, más poderosa, más humana, más dinámica, más ágil, más apasionante, más inteligente, con la fuerza de lo impactante y que a cada segundo evolucione al ritmo de la velocidad 5k, autosuficiente y sostenibles en el tiempo.
Es el momento de reinventarse a la velocidad de la luz, de una nave espacial que en su trayecto va descubriendo la vía latea de la razón de ser de la música en cada aurora.
Inteligencia, habilidad, astucias, sabiduría, ir muchos kilómetros más allá de donde siempre estuvo detenida en el tiempo.
Seguirá siendo una industria de boletas, de tragos, de modas, la que pone a bailar, celebrar y cantar, la del maquillajes, peluqueros, músicos, productores, promotores, la del mercadeo, de publicidad, de promoción, de premios, de galas para todos los gustos pero con un público más pensante y mucho más austero, muy exigente y que saldrá a busca una oferta realmente impresionante que se renueva, la gente regresará en busca de algo distinto y sensacional en sus colores rítmicos, prosas, versos, poesías y escenarios realmente impresionantes y electrizantes que lo conecten con su interior a tal punto que sientan el deseo de un regreso a la próxima cita o de un que no termine nunca porque dejo al público alucinado.
Así tiene que ser el entretenimiento del día después de la letal pandemia del coronavirus que nos tiene sumido en busca de Dios, de la fe y navegando en alta mar mientras también estamos en el vuelo de la esperanza de que esto termine ya.
La estrategia tiene que ser un solo botón que encienda todo, que le devuelva la vida a esos que sienten pasión y amor por los escenarios, por la actuación, por ejecutar un instrumento, encender una luz, poner a vibrar los sonidos y que las robóticas máquinas de luces que con su inteligencia de magnetismo crean un enigma de que nos traerá el próximo evento en un escenario lleno de pantallas y escenografías, mientras los modistos y los maquillistas y peluqueros entran en estado de shocks porque faltan minutos para abrir de nuevo el telón de los sueños, de las fantasías, de las metas al punto de convertirse en realidad, de un capítulo de una telenovela, de una serie, de una película, de una obra de teatro, de una sinfonía, de un festival de una estación de radio, de un canal de televisión, de todas las redes sociales y de la gran gala de los premios, del opening o del cierre del tour, de la próxima colaboración o del lanzamiento del primer corte musical o de la producción que por fin esta lista para salir al mercado.
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